sábado, 21 de diciembre de 2013

"Llevo sin querer a nadie desde que me topé por casualidad con el que me descubrió"

Fue una copa de más la que me hizo echarme hacia ti. Yo no quería. O sí. No sé. Puse las cartas sobre la mesa, y tenía todas las de perder. Pero aún así me arriesgué y jugué. Aunque perdí. Quise creer que jugaba con los ojos vendados, pero que bah; estaba más cuerda que nunca. Estaba entre la espada y la pared. No sabía que hacer. Quería marcharme, pero al mismo tiempo había algo que me decía que me quedase. Llegó el momento, me dijeron. Me vestí, cogí aire y lo expulsé. No pretendía encontrarte allí, ni siquiera estabas invitado. Me acerqué a la barra para pedir un vaso de anestesia, hasta arriba; por favor. En cuanto me lo sirvieron me lo bebí de golpe. Yo sabía porqué. Me dirigí a la pista de baile con las demás amigas. A los pocos segundos tenía una mano rozando mi espalda. Supe que eras tú sin darme la vuelta. No me preguntes porque lo sabía. Esas cosas se saben, o mejor dicho se sienten. Recuerdo que viniste a felicitarme, ya que no todos los días se cumplen diecinueve días y quinientas noches sin ti. Te lo agradecí con un beso en cada mejilla. Supe que la cosa no quedaría así. Me refiero a dos palabras mal dichas, sin tiempo a entrecortarlas con algo. Ya no llevaba la cuenta de cuantos vasos húmedos habían pasado por mis manos. Solo sabía que cuanto más líquido ingería, más te recordaba. Me encontraba sentada en un sillón negro, con la mirada hacia el suelo, las manos sobre la cabeza y el vaso encima de la mesa que tenía a mi derecha. Vi que te estabas acercando hacia el asiento que yacía a mi lado. Te sentaste y empezamos a hablar. Cuando quisimos darnos cuenta el silencio había reinado otra vez. Con miedo a que te fueras, me acerqué a ti y con todas las de perder en las manos; te besé. No conté cuantos segundos mis latidos fueron los tuyos y viceversa. Siento echarte la culpa, pero tu eres el responsable de este desastre. Sé que no eres de los que tira la piedra y esconde la mano, pero sabías de memoria el lugar exacto donde tocarme me iba a matar.

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