sábado, 22 de febrero de 2014

"Suelo acelerarlo todo, por mis ganas de sentir"

Hoy he vuelto a recordar lo que era estar buscando a alguien inesperadamente bajando las escaleras. Lo que era tener nervios, apretándote el estómago haciéndose notar. Lo que era estar pendiente del móvil para recibir un mensaje que diga que ya ha llegado. Lo que era quitarse el pintalabios para no dejar huella en su limpia cara. Lo que era sentir su respiración en mi cuello después de una agonizante espera. Lo que era sentir su barba rozándose con mis coloradas mejillas. Lo que era saber que cuando él está, se nota. He echado de menos, hasta el mínimo detalle. Su manía de abrirme la puerta del coche, antes de entrar. De preguntarme cada dos segundos si estoy bien, porque se preocupa por mi (in)estabilidad. La costumbre de agarrarme la mano mientras conduce, como si pudiera salvarlo del golpe. De bajar el seguro del coche por miedo a que me fuera a escapar, pero cariño si yo he sido quién ha entrado en la boca del lobo y me he vuelto una oveja estúpida y tu un lobo masoquista y morboso. Y de abrir muy poco la ventana, por miedo a que el aire robara algún suspiro que relacionas con mi (in)sensibilidad. Pero, realmente lo que eché más en falta fue que alguien me mirase, y al instante pasase de ser adjetivo a adverbio. Non hay mejor sensación que esa. Lo peor ha sido ese momento, cuando no sabía que decir y me quedé callada. Tú te diste cuenta y me agarraste el brazo como sinónimo de estoy aquí, no tengas miedo. Di cualquier tontería, me gustará; sea cual sea. Ríete tanto hasta que te despeines, como si un huracán empezara en tu pelo y acabase en la punta de mis dedos. Llora si lo necesitas, pero recuerda que estaré yo ahí detrás de cada ojera diciéndote que aún así sigues brillando más que las calles de Manhattan. Me hablaste de tu vida en esa ciudad, donde estás aprendiendo a ser (in)dependiente de mí. Y se me han puesto los pelos de punta. He soñado que estabas solo con una cerveza en la mano y fumando. Si no mal recuerdo, las vistas eran hacia esa ciudad a la que yo firmaría por hacerle el amor, como a ti. Y contarle las grietas de la carretera, o los lunares de tu espalda. Llámalo como quieras. Lo peor ha sido ese último escalofrío, ese que al oído me dijo que ya no recordaba que no era capaz de mantener la mirada de un hombre más de tres segundos sin sonreír y agachar la cabeza. Jaque mate amor.

lunes, 10 de febrero de 2014

"Recovery"

Hoy vengo a hablaros de querer y poder. Suena raro, lo sé. Ya que normalmente suele decirse querer y no poder. Pero hoy, me he propuesto romper esa regla. Y la verdad es que no me va nada mal. He pasado por situaciones en las que estado en el punto de mira. Pero, mírame sigo viva. Y eso es lo único que he aprendido a día de hoy. A vivir, no a sobrevivir. He estado en azoteas con la intención de tirarme de cabeza y lo único que he hecho ha sido perderla. Llega un día como el de hoy, en el que has tenido tanto tiempo para pensar que decides que algo tiene que cambiar. Que estás cansada de esta rutina y de esta puta monotonía que te amarga la existencia. Que deberías exprimir los días como si estuvieras a pocos segundos de correrte de tanto quererle. Nunca me gustó la lluvia. La odiaba a matar. Ahora que llevo tanto tiempo colgada de las gotas que se precipitan por mi ventana, me recuerdan a mí. A esa azotea. Odiaba los domingos como cualquier adolescente con su resaca del día después. Se me hacían pesados, agonizantes y aburridos. En cambio hoy, son un trago de paz para mi garganta que solo tiene ganas de gritar. De gritar poesía. No de que vuelvas. No te equivoques. Son el suspiro profundo justo después de follar. Son la introspección hacia mi subconsciente, dónde puedo ver a cámara lenta el paso de la semana. Pararla y reírme de todo lo que me salga de la gana y llorar por lo que merezca la pena. Y recalco, no río gracias a ti, ni lloro por ti. Llevo tiempo sintiéndome tan bien , que tengo miedo. Miedo, a que esto vaya a más y no poder controlarme. En casa están sospechando de si tomo o no drogas. Me decanto por la primera. Nunca he llegado a sentirme como siento en este momento. No hay razones aparentes por las que pueda estar así. No me ha tocado la lotería, no me han comprado un billete de ida a Nueva York ni me he largado de este puto pueblo. Pero, sonrío y eso en estos momentos que corren vale mucho más que todos vosotros. Siempre nos hemos llevado mal. A él le gustaba mucho. Yo, en cambio lo odiaba. Manteníamos una relación amor-odio un poco inestable. Había días dónde no nos poníamos de acuerdo en que hacer o que llevar. Me daban ganas de matarlo. Pero, no lo hacía. Solamente lo miraba y lloraba. Yo no sabía que a quién odiaba era a mí misma. Ahora en cambio hemos hecho las paces y nos hemos declarado amor eterno. Soy la primera que se levanta, le da dos besos o tres y le dice lo mucho que le quiere antes de irse al instituto.Madurar también es plantarte en frente al espejo y poder mirarte sin sentir vergüenza.