viernes, 17 de enero de 2014

"Y si no viene un rayo a partirme podrías venir tú, que sabes bien lo que hacer con estos destrozos"

Y hoy las únicas caricias que me hacen compañía son las que me hace mi madre cuándo me tumbo encima de su regazo, para que me dé algo de mimos o que simplemente me deje querer por alguien. Ya que ni yo misma soy capaz de hacerlo. Algo que es tan básico como respirar, y mira como cuesta. Vengo a hablar de ti, otro día más. Pero no el último, no nos engañemos. Aquí aún queda mucho que escribir, o por lo menos es lo que tengo en mente. Te impresionaría la facilidad que tengo para escribir sobre ti. Ni yo misma me lo aguanto. Pero me duele que solo me pase contigo, que no sea capaz de escribir sobre nadie más que no seas tú, o de las cosas que te componen. Que estos días de lluvia me han hecho reflexionar. Es increíble como cambian las cosas, de verdad. Nunca me han gustado los días de lluvia, en cambio hoy por hoy los quiero a matar, como a ti. Mira qué casualidad. Que has tergiversado las cosas de una manera, que aún puedo sentirlas aquí, donde duele. Siempre me gustaron los días de sol, sí de ese ojo que brilla en el cielo. Y hoy todo lo contrario. Prefiero los días negros, que me recuerdan al color de tu pelo resbalando por mis manos. A tus ojos, esos en los que tantas veces me miré para peinarme. Porque sabía que esos ojos no me mentirían nunca. Me gustan porque puedo encerrarme en mí, o en un nosotros en pasado. No sé. Y revivirlo todo otra vez, como si fuera un mal sueño del que me levanto a las cuatro de la mañana, para ver si sigues a mi lado. Respirándome fuerte, en toda esta indecisión.

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