viernes, 25 de octubre de 2013

"Vivo de lo poco que me hace enseñar los dientes"

Aún recuerdo ese mes de Febrero dónde era frío, oscuro y yo era una pequeña chica de quince años que no entendía o no quería entender eso a lo que llamaban "amor". Estaba convencida de que era una chica con armadura, fuerte a la que nadie podía llegar a ese parte a la que llaman corazón, dónde los sentimientos se guardan como pequeños flashes que van formando nuestros recuerdos. Fui esa típica chica envidiable por estar formada hasta los huesos, segura de mí misma, con las ideas claras y un futuro limpio, impecable. Pero está vez la cosa cambió, llegó el típico chulo, arrogante e indeseable que me prometió inviernos de besos bajo las sábanas, de viernes locos dedicados a correr por la gran ciudad; cruzando semáforos en rojo mientras corríamos y sonreíamos como tontos cogidos de la mano, de domingos de películas, palomitas y algún que otro suspiro de ambos. Hoy ya no quedan trozos de eso, a lo que llamaban imborrable sonrisa. Tal vez , aprendí a querer de la forma más estúpida que se puede querer a alguien; a base de dolor. Supongo que esa es la forma correcta, o eso dicen. Que no cruzo los dedos porque a ver si van a pensar que estás tu ahí otra vez. Y eso sí sería una putada. 

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